COLECCIONAR MINERALES

La colección sistemática. 

     Si se quiere tener representantes de un amplio grupo de especies es necesario resignarse a tener alguna muestra algo menos bella; todavía, el nivel estético de las buenas colecciones sistemáticas permanece en buenas condiciones y, en general, los criterios arriba expuestos coexisten cuando un coleccionista apasionado por el lado estético tiene también deseos de obtener una cierta variedad de minerales distintos, y, por tanto, procura adquirir buenos ejemplares de las especies más difundidas no desdeñando las raras, aunque no sean bellos cristales.

    Así, también el criterio de la medida de los fragmentos puede coexistir, porque, a menudo, un coleccionista posee una verdadera y propia vitrina de museo, donde tiene los fragmentos más grandes, y pequeñas cajas en donde dispone los más pequeños e incluso puede llegar a tener sus propios "micromounts".

Las colecciones regionales

    Se puede hablar también de colecciones sistemáticas de minerales de una determinada zona, más o menos amplia, que puede ser, por ejemplo, una nación entera, (España, Suiza, Alemania), o una región (Castilla, Asturias, Cataluña), o un determinado valle (valle del Pas, valle del Guadiato), o un sistema montañoso (Somosierra), etc.

    Quizá, desde un punto de vista científico, estas son las colecciones más significativas, en cuanto que si están bien abastecidas recogen una documentación muy valiosa sobre todas las formas en que un mineral aparece en una determinada zona. Además de lo dicho, estas colecciones no son menos valiosas que otras desde un punto de vista cuantitativo y estético. Ante todo es preciso no sólo dar una documentación sobre la naturaleza de la especie, sino también sobre su lugar de recogida exacto y el año en que se obtuvo (para ser rigurosos, estas anotaciones deberían existir para todo mineral en cualquier tipo de colección). Para estas colecciones regionales, dado que la exacta documentación sobre la localidad es esencial, habrá que preferir el material recogido personalmente, puesto que sobre él no tendremos la menor duda.

Las colecciones específicas

    En efecto, un aspecto importante de las colecciones de minerales es el hecho de que una determinada especie se presenta de formas muy distintas entre ellas. Poseer un buen ejemplar de pirita no equivale, ciertamente, a decir que tal especie esté documentada exhaustivamente en una colección y, por tanto, no es como tener un determinado sello o una determinada moneda. Por tanto, la pirita de una determinada localidad podría estar caracterizada por una estructura cristalina especial (es decir, por una determinada forma de sus cristales) o por una cierta composición química (por ejemplo, si tiene un componente de níquel o arsénico muy fuerte) o por otras peculiaridades singulares. Precisamente por estas razones, algunas colecciones pueden estar dedicadas exclusivamente a una sola especie: por ejemplo, hay coleccionistas que son únicamente aficionados de la calcita o el cuarzo, que recogen todos los tipos posibles procedentes de numerosas localidades. También estas colecciones pueden ser fascinantes por la belleza de las muestras recogidas además de su interés cientifico.