6 Agosto 2019

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Minas de Buferrera

Cangas de Onis. Asturias

Por José Miguel Martínez

En la segunda mitad del siglo XIX, en el año 1879 se crea una explotación minera, de la cual se extraía manganeso, y también hierro y cinabrio.
En aquella época, en los albores de desarrollo industrial, el mineral se extraía al principio en cestos y se bajaba a mano y cargado en mulas hasta Covadonga, hasta el antiguo ferrocarril que lo llevaba hasta el puerto de Ribadesella. Aquel sobre aquel camino que bajaba hasta Covadonga se construyó la carretera que hoy nos sube a los lagos. Y aquel ferrocarril, que hoy lleva de Arriondas a la Ribadesella, hoy transporta a los que siguen la tradicional regata a la ciudad costera.
Desde Ribadesella, el mineral se cargaba en barcos hacia Francia e Inglaterra. Dada su situación geográfica estratégica, Buferrera era por entonces la principal mina europea suministradora de materiales férricos a los aliados durante la Primera Guerra Mundial. En aquella época llegaron a trabajar en las minas de Buferrera cerca de 500 trabajadores durante el verano, cuando la climatología permitía la explotación plena de la mina. Los mineros utilizados en aquellas penosas condiciones eran poco cualificadas, razón por la cual los accidentes eran abundantes. Los trabajadores eran muchas veces personas indocumentadas y al margen de la ley, con el fin de evitar responsabilidades en caso de accidente o muerte del trabajador. Oficialmente, catorce personas llegaron a perder la vida en Buferrera, pero su número fue mucho mayor. Las condiciones de trabajo eran muy duras con jornadas muy largas lo que obligaba a los mineros a exigir mejoras en las condiciones mediante protestas y huelgas. La extracción del mineral se realizaba tanto a cielo abierto como en galería. Las aguas de los lagos Enol y Ercina se empleaban en producir energía eléctrica mediante canalizaciones que transportaban el agua hasta Comeya, donde se encontraba la central eléctrica.
Al principio, el mineral era llevado a hombros o lomos de caballerías por caminos desde los lavaderos hasta Covadonga, para allí cargarse en carros de bueyes hasta Ribadesella, y desde aquí cargarse en barcos hasta Francia e Inglaterra. Más tarde, se construyó una carretera de 12,4 km desde Covadonga hasta las minas, así como un tranvía aéreo de 7 km de longitud que se inauguró en 1905, con una capacidad de transporte de 100 toneladas diarias, que unía el lavadero con el puente de Repelao, al pie de la basílica de Covadonga. A comienzos de 1899 se construyó la línea férrea por la que transcurrió un tranvía movido a vapor uniendo Torrelavega e Infiesto, con un ramal a Covadonga desde Arriondas, hoy utilizado por los visitantes al Descenso del Sella, desde Arriondas a Ribadesella. El servicio fue inaugurado oficialmente el 1 de enero de 1908, aunque el servicio regular no comenzó hasta la primavera de aquel año, debido al duro clima de que obligaba a los trabajadores de las minas a trabajar solo entre los meses de abril y octubre.
Evidentemente, en aquella época los únicos visitantes de los lagos eran los trabajadores y personal relacionado con la explotación minera, ya que los peregrinos al santuario de Covadonga solo llegaban hasta la basílica. En aquel momento, el hoy bucólico paisaje de los lagos era muy distinto al actual. Eran numerosos los edificios dedicados a la explotación y para los obreros y estaba compuesto, entre otros, por un almacén de comestibles, un pequeño hospital y una capilla.
Evidentemente, en aquella época los únicos visitantes de los lagos eran los trabajadores y personal relacionado con la explotación minera, ya que los peregrinos al santuario de Covadonga solo llegaban hasta la basílica. En aquel momento, el hoy bucólico paisaje de los lagos era muy distinto al actual. Eran numerosos los edificios dedicados a la explotación y para los obreros y estaba compuesto, entre otros, por un almacén de comestibles, un pequeño hospital y una capilla.
La mina ha sido rehabilitada hace poco para permitir su visita turística y podemos contemplar las galerías, vías y transversales por las que podemos caminar. Existen paneles informativos sobre las características de la explotación y de las condiciones en las que se hacían. Difícil hoy en día imaginarse aquella vieja explotación en aquel paraíso natural, en que podemos distinguir las zonas de escombros, los métodos de transporte empleados, y los utensilios mineros como vagonetas, raíles, etc…. Una moderna escultura representando a un minero es el mudo testigo de un paisaje difícilmente inimaginable hoy en día. (Fuente pasajero56)